Ficha N° 1 - La conquista al desierto
LA CONQUISTA DEL DESIERTO
(un desierto que no estaba desierto)
A pesar de la conquista y exterminio impuesto por la cultura europea a los aborígenes americanos, estos lograron replegarse al sur del territorio argentino, hacia la Patagonia y la Pampa, estando constituidos por las tribus pampas y mapuches, que reunían alrededor de 30.000 hombres, que habían abandonado sus prácticas nómades.
Los ataques de los aborígenes (en forma de malones) que asediaban a los fortines eran continuos.
Antes de abandonar el poder, como gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, en 1833, organizó una expedición para conquistar los territorios aborígenes ubicadas al norte del río Negro, con colaboración de varias provincias.
Como comandante en jefe, fue designado Facundo Quiroga, quien se hallaba enfermo y por eso no puso gran entusiasmo en esto. La conquista quedó entonces a cargo de Juan Manuel de Rosas, mientras que la columna central quedaba al mando de Ruiz Huidobro y la occidental a cargo de Aldao. La conquista fracasó por la falta de recursos.
Con la caída de Rosas, el cacique indígena Calfucurá (nombre que significa Piedra Azul) comenzó a hostigar las estancias en busca de ganado. Su poder se mantuvo hasta 1872, en que sufrió una terrible derrota y falleció un año más tarde, siendo sucedido por el cacique Namuncurá (su hijo mayor).
Nuevamente, durante el gobierno de Nicolás Avellaneda, se reinicia la campaña de esos territorios en manos de los aborígenes. El ministro de Guerra del presidente Nicolás Avellaneda (Adolfo Alsina) presentó en 1875, un proyecto donde se avanzaría sobre los territorios ocupados por los indígenas, estableciendo poblados de gente “blanca”.
Esta propuesta que incluía negociaciones con los aborígenes, fue rechazada por el General Julio Argentino Roca que estaba al mando de la frontera oeste, pues le parecía una empresa costosa e inútil ya que él tenía la idea de exterminar (asesinarlos) a la población aborígen, dirigiéndose hacia sus bases (sus tolderías). De todas formas en ese momento se impuso el plan de Alsina y se firmó un tratado con los indígenas, que estos no cumplieron. Cuando los caciques Juan José Catriel y Namuncurá atacaron con carabinas y revólveres a las poblaciones de Tandil, Azul y Tres Arroyos esto le dio el pie a Alsina para atacar y establecer el límite geográfico proyectadoen el plan de conquista, lo que se concretó el 11 de abril de 1876.
Ese fue el origen de la zanja de Alsina, que se estableció como límite para evitar que los malones arrasaran los campos y hurtaran el ganado (literalmente se hizo un gran zanjón para evitar así los males). El proyecto de la zanja estuvo a cargo de varios ingenieros europeos y cumplía una función de protección contra el robo de ganado.
La labor de Alsina, luego de su muerte (ocurrida en 1877), fue continuada por su sucesor, Julio Argentino Roca, pero de un modo mucho más agresivo.
Desde julio de 1878, el General Roca hostigó a los habitantes indígenas del sur capturando a cuatro caciques, dando muerte a 1.250 indios, y tomando 3.000 prisioneros.
En el mes de octubre de 1878, se dictó una ley que establecía la Línea de Frontera. Dicha norma autorizaba al Poder Ejecutivo a realizar una inversión de 1.600.000 pesos fuertes, para fijar la línea fronteriza en la margen izquierda de los ríos Negro y Neuquén luego de someter y aniquilar a los indios “bárbaros” de la Pampa.
Ese monto de dinero se recaudaría del producto de las tierras incorporadas como públicas al patrimonio nacional (todas las tierras conquistadas a los indios serían del Estado y el Estado vendería esas tierras y así recuperaría el dinero que había invertido en la gerra contra los aborígenes) Sobre esos territorios el Estado emitiría 4.000 títulos de propiedad. Cada uno de ellos daría derecho de propiedad sobre 1 legua de terreno.
La segunda campaña de Roca se realizó en abril de 1879, llegando hasta el Río Negro.
En 1881, estando Roca siendo presidente, estando al mando del Poder Ejecutivo, encargó una nueva conquista de territorio en contra de los indios al coronel Conrado Villegas, con el fin de incorporar la zona del sur del río Negro.
Villegas, en poco tiempo se apropió de la provincia de Neuquén, donde se rindió el cacique Namuncurá, hijo y sucesor de Calfucurá. La provincia de Chubut, bajo el liderazgo de los caciques Foyel e Inacayal, también se rindieron ya que no podían pelear con sus precarias armas.
Fueron 15.000 leguas territoriales el terreno ganado, arrancadas a los legítimos dueños de la tierra, como ya se había hecho con el resto de América.
Estas conquistas se denominaron como “Campaña al desierto” o “Conquista al desierto” , cuando en realidad estas tierras estaban pobladas por una cultura diferente, pero no por eso inferior y se usó el término “limpiar la tierra” como si los aborígenes fueran estiércol.
Aún hoy los aborígenes esperan una justa reivindicación a sus derechos.
La labor de Alsina, luego de su muerte (ocurrida en 1877), fue continuada por su sucesor, Julio Argentino Roca, pero de un modo mucho más agresivo.
Desde julio de 1878, el General Roca hostigó a los habitantes indígenas del sur capturando a cuatro caciques, dando muerte a 1.250 indios, y tomando 3.000 prisioneros.
En el mes de octubre de 1878, se dictó una ley que establecía la Línea de Frontera. Dicha norma autorizaba al Poder Ejecutivo a realizar una inversión de 1.600.000 pesos fuertes, para fijar la línea fronteriza en la margen izquierda de los ríos Negro y Neuquén luego de someter y aniquilar a los indios “bárbaros” de la Pampa.
Ese monto de dinero se recaudaría del producto de las tierras incorporadas como públicas al patrimonio nacional (todas las tierras conquistadas a los indios serían del Estado y el Estado vendería esas tierras y así recuperaría el dinero que había invertido en la gerra contra los aborígenes) Sobre esos territorios el Estado emitiría 4.000 títulos de propiedad. Cada uno de ellos daría derecho de propiedad sobre 1 legua de terreno.
La segunda campaña de Roca se realizó en abril de 1879, llegando hasta el Río Negro.
En 1881, estando Roca siendo presidente, estando al mando del Poder Ejecutivo, encargó una nueva conquista de territorio en contra de los indios al coronel Conrado Villegas, con el fin de incorporar la zona del sur del río Negro.
Villegas, en poco tiempo se apropió de la provincia de Neuquén, donde se rindió el cacique Namuncurá, hijo y sucesor de Calfucurá. La provincia de Chubut, bajo el liderazgo de los caciques Foyel e Inacayal, también se rindieron ya que no podían pelear con sus precarias armas.
Fueron 15.000 leguas territoriales el terreno ganado, arrancadas a los legítimos dueños de la tierra, como ya se había hecho con el resto de América.
Estas conquistas se denominaron como “Campaña al desierto” o “Conquista al desierto” , cuando en realidad estas tierras estaban pobladas por una cultura diferente, pero no por eso inferior y se usó el término “limpiar la tierra” como si los aborígenes fueran estiércol.
Aún hoy los aborígenes esperan una justa reivindicación a sus derechos.
EL PAPEL DE CONCHABO: Era un documento de uso obligatorio hasta fines del siglo pasado en la campaña para los gauchos. En él, el empleado (gaucho) acreditaba que trabajaba bajo las ordenes de algún estanciero. El gaucho – peón que no tenía esta documentación podía ser detenido por la policia y por medio de los jueces de paz de la campaña se cumplía con el procedimiento que se les daba a los considerados “vagos” (condena al servicio de las armas del Estado o realización de servicios públicos sin sueldo por varios años). Es así como el gaucho que no podía demostrar trabajar para alguien automáticamente era acusado de vago y bueno para nada por lo cual el Estado lo tomaba por la fuerza y lo obligaba a enlistarse en las filas del ejército que defendía la frontera contra el ataque de los maloenes de indios. Es así como el gaucho era obligado a militarizarse y defender la frontera en algún fortín construído allí para tal fin.
Las transformaciones económicas que se produjeron a mediados del siglo XIX como resultado de la modernización del país afectaron profundamente el modo de vida de los gauchos ya que las tierras, las cuales eran pertenecientes a las familias adineradas, comenzaron a ser alambradas por sus propietarios, y ya no era posible para los gauchos andar por la pampa en su caballo enlazando el ganado a cimarrón (ganado salvaje) para subsistir como solían hacerlo antes.
Esta situación se vio agravada por un componente político: la “ley de leva”.
LA LEY DE LEVA : consistía en permitir a la policía de la campaña detener a todo aquel que no estuviera trabajando en alguna estancia como peón y enviarlo a la frontera a luchar contra los indios.
De ahí que al gaucho sin papeleta de conchabo (comprobante de trabajo) se lo denominaba “gaucho malo” o “gaucho matrero”, como si fuera un delincuente por no poseerlo. El reclutamiento de los gauchos para el servicio de frontera era muy estricto y dio lugar a una serie de injusticias, ya que eran reclutados no solamente los gauchos sin conchabo sino también aquellos que poseían su propio rancho y su familia y eran reclutados por capricho de la autoridad local (Esto es lo que le sucede al gaucho Matín Fierro en la obra de José Hernández). Esto dio lugar a que el gaucho, ya no soportando más las humillaciones y las penurias, escapase y se convirtiese en un “desertor” que de ahí en más sería perseguido por las partidas de policías del gobierno con las cuales debía enfrentarse constantemente.
Con el paso del tiempo, estas circunstancias provocaron la desaparición del gaucho de la campaña. Muchos murieron en las constantes luchas contra los indios y otros en distintas guerras en las que el país se vio involucrado en el siglo XIX.
En la obra de José Hernández la situación del gaucho se ve claramente descripta, ya que el protagonista, Martín Fierro, es llevado a la frontera para que luche contra los indios. Despúes de un tiempo Martín Fierro se escapa del ejército, se convierte en “desertor” y termina siendo perseguido por las partidas de policías con las cuales se enfrentaba cuerpo a cuerpo.
También, en la obra “Martín Fierro”, se encuentran expresiones y rasgos característicos de la época: bagual (caballo sin domar), gato (baile popular pampeano), fandango (baile, reunión, fiesta), charango (guitarra ordinaria), pango (alboroto, confusión), pericón (baile nativo argentino), etc. Otro ejemplo del contexto en el que el gaucho estaba inmerso son las pulperías ya que entre los gauchos del siglo XIX, éstas eran lugares donde se despachaban bebidas y comestibles, en las cuales solían hacerse milongas.
Las transformaciones económicas que se produjeron a mediados del siglo XIX como resultado de la modernización del país afectaron profundamente el modo de vida de los gauchos ya que las tierras, las cuales eran pertenecientes a las familias adineradas, comenzaron a ser alambradas por sus propietarios, y ya no era posible para los gauchos andar por la pampa en su caballo enlazando el ganado a cimarrón (ganado salvaje) para subsistir como solían hacerlo antes.
Esta situación se vio agravada por un componente político: la “ley de leva”.
LA LEY DE LEVA : consistía en permitir a la policía de la campaña detener a todo aquel que no estuviera trabajando en alguna estancia como peón y enviarlo a la frontera a luchar contra los indios.
De ahí que al gaucho sin papeleta de conchabo (comprobante de trabajo) se lo denominaba “gaucho malo” o “gaucho matrero”, como si fuera un delincuente por no poseerlo. El reclutamiento de los gauchos para el servicio de frontera era muy estricto y dio lugar a una serie de injusticias, ya que eran reclutados no solamente los gauchos sin conchabo sino también aquellos que poseían su propio rancho y su familia y eran reclutados por capricho de la autoridad local (Esto es lo que le sucede al gaucho Matín Fierro en la obra de José Hernández). Esto dio lugar a que el gaucho, ya no soportando más las humillaciones y las penurias, escapase y se convirtiese en un “desertor” que de ahí en más sería perseguido por las partidas de policías del gobierno con las cuales debía enfrentarse constantemente.
Con el paso del tiempo, estas circunstancias provocaron la desaparición del gaucho de la campaña. Muchos murieron en las constantes luchas contra los indios y otros en distintas guerras en las que el país se vio involucrado en el siglo XIX.
En la obra de José Hernández la situación del gaucho se ve claramente descripta, ya que el protagonista, Martín Fierro, es llevado a la frontera para que luche contra los indios. Despúes de un tiempo Martín Fierro se escapa del ejército, se convierte en “desertor” y termina siendo perseguido por las partidas de policías con las cuales se enfrentaba cuerpo a cuerpo.
También, en la obra “Martín Fierro”, se encuentran expresiones y rasgos característicos de la época: bagual (caballo sin domar), gato (baile popular pampeano), fandango (baile, reunión, fiesta), charango (guitarra ordinaria), pango (alboroto, confusión), pericón (baile nativo argentino), etc. Otro ejemplo del contexto en el que el gaucho estaba inmerso son las pulperías ya que entre los gauchos del siglo XIX, éstas eran lugares donde se despachaban bebidas y comestibles, en las cuales solían hacerse milongas.
Ficha N° 2 - Los Gauchos
Al ocuparnos del Gaucho, este arquetipo de nuestra nacionalidad, debemos dedicar unos párrafos a sus antecesores: los conquistadores y los aborígenes. En aquel siglo XVI las españoles de la aventura – nativos de Andalucía y Extremadura en su mayoría – avanzaban por esa misma tierra que ahora camina el forastero. No se supo a ciencia cierta como pudieron hacerlo. Estos viajeros-aventureros-conquistadores jamas tuvieron conciencia de su hazaña. Sus nombres, muchísimos, quedaron anónimos y olvidados; algunos fueron recogidos en las memorias de viajeros; los mas, quedaron “extraviados” en el Archivo de Indias. En ocasiones, ni eso; el rol de tropa cayo al abismo o se lo llevo un golpe de mar. El Descubrimiento coincide con una época de esplendor en España. El comienzo colonizador y la subsiguiente imposición de nuevas formas de organización y de derechos, provocaron las primeras rebeliones de las etnias aborígenes. Ya poco seria igual al pasado en la tierra de la Conquista.
"Amalgama de Tierra y hombre"
Por Juan José Guiraldes
Al ocuparnos del Gaucho, este arquetipo de nuestra nacionalidad, debemos dedicar unos párrafos a sus antecesores: los conquistadores y los aborígenes. En aquel siglo XVI las españoles de la aventura – nativos de Andalucía y Extremadura en su mayoría – avanzaban por esa misma tierra que ahora camina el forastero. No se supo a ciencia cierta como pudieron hacerlo. Estos viajeros-aventureros-conquistadores jamas tuvieron conciencia de su hazaña. Sus nombres, muchísimos, quedaron anónimos y olvidados; algunos fueron recogidos en las memorias de viajeros; los mas, quedaron “extraviados” en el Archivo de Indias. En ocasiones, ni eso; el rol de tropa cayo al abismo o se lo llevo un golpe de mar. El Descubrimiento coincide con una época de esplendor en España. El comienzo colonizador y la subsiguiente imposición de nuevas formas de organización y de derechos, provocaron las primeras rebeliones de las etnias aborígenes. Ya poco seria igual al pasado en la tierra de la Conquista.
Los españoles crearon virreinatos gobernaciones y cabildos; establecieron encomiendas, fundaron ciudades, levantaron templos, mientras exploraban las selvas y atravesaban los desiertos. La epopeya española-indiana ya estaba instalada en lo que seria el ultimo continente descubierto.
En este pasado debemos incluir al habitante nativo: el aborigen (ab – origen= desde el principio) En América fue llamado “indio”, cuando se creía, por error, que Colón había llegado a las Indias. El papel del aborigen americano es de tal importancia que hace del tema nativo un hecho insoslayable en cuanto a determinar el origen y el protagonismo del Gaucho en nuestra historia.
El Gaucho comenzó destacándose en las vaquerías (modo primitivo de aprovechamiento del ganado vacuno) que junto con el caballar, se multiplicó prodigiosamente desde la época en la cual unos pocos animales de ambas especies fueron traídos a nuestra tierra. Para esa forma de cacería, consistente en desjarretear (cortarle las patas) al animal con una filosa cuchilla en medialuna, el Gaucho necesito del caballo e impuso un tipo de equitación muy singular. Entre 1550 y 1750 las vaquerías hicieron del gaucho un experto domador y un jinete que obtenía los recursos para sustentar su vida “changando” (haciendo changas) para quienes comercializaban el cuero y el sebo de los animales, fuente, casi única, de la riqueza del país en ese momento. El Gaucho nació y se hizo “de a caballo” como un autodidacta.
En la guerra, los Gauchos recibieron su bautismo de fuego antes de que naciera la Patria liberada. En 1806 se enrolaron en la reconquista del la Ciudad de Buenos Aires ante el desembarco del invasor británico.
Pusieron en acción su coraje y su destreza en el manejo del caballo y el sable como el lazo y las boleadoras.
Así, los gauchos demostraron coraje y aptitud de “hombres de a caballo”. Doce días después, los invasores capitularon (se dieron por vencidos). Pero estos volverían al año siguiente, para retirarse definitivamente, rechazados y vencidos por segunda vez.
Después del Pronunciamiento de 1810, al que llamamos “La Revolución de Mayo”, nacen los primeros ejércitos patrios. En ellos el Gaucho fue protagonista. Las tropas cargaban a sable o a lanza. Los Granaderos a Caballo del General San Martín fueron lo que en la actualidad denominaríamos un “cuerpo de élite”, famoso por el despliegue de sus escuadrones y sus legendarios “sables”.
Así, el Gaucho guerreo en las campañas emancipadoras (las guerras por la libertad) y en la efectiva ocupación del “Desierto” (que por más que se lo llamó “desierto” no estaba para nada vacío sino más bien ocupado por los indígenas), mientras la élite pampeana criolla comenzaban a producir la riqueza agropecuaria.
La lucha mas prolongada que tuvo el Gaucho fue en el “Desierto”. Las tribus indígenas (dueñas originarias de las tierras) enfrentaron en guerra al colonizador (al hombre blanco criollo, más a los gauchos) con ferocidad y sin tregua.
Las indiadas se defendieron peleando palmo a palmo la posesión de la tierra en que se asentaban aunque no tuvieran conciencia de “límites, de propiedad”, ni de “nacionalidad”.
En el “Martín Fierro”, José Hernández se describe al Indio con esta elocuendia:
“...tiemblan las carnes al verlo
volando al viento la cerda,
la rienda en la mano izquierda
y la lanza en la derecha;
Ande enderiza abre brecha
pues no hay lazazo que pierda”.
y la lanza en la derecha;
Ande enderiza abre brecha
pues no hay lazazo que pierda”.
Las Campañas del Desierto son lo que distingue a una extensa época histórica de nuestro país.
A lo largo de casi cuatro siglos el “blanco” impuso las condiciones de la lucha. El Indio sobrevivía como podía a todas sus muertes. En sus retiradas establecía nuevas fronteras. Y desde allí, ejercía ante el hombre blanco la amenaza permanente y fantasmal del malón.
El Gaucho debía responder con más sangre derramada, nuevos fortines, más soledades y penurias.
El blanco criollo impuso un “régimen civilizado” (que de civilizado tenía bastante poco) a costa de muchas vidas, hubo muchas muertes, propias y de su rival (el indio).
El Indio fue el gra campeón por siglos en relación a su destreza con el caballo (nadie montaba mejor que los indios).
El blanco criollo impuso un “régimen civilizado” (que de civilizado tenía bastante poco) a costa de muchas vidas, hubo muchas muertes, propias y de su rival (el indio).
El Indio fue el gra campeón por siglos en relación a su destreza con el caballo (nadie montaba mejor que los indios).
Dice José Hernández en su obra “Martín Fierro”:
“El pampa educa al caballo
como para un entrevero;
como rayo es de ligero
en cuanto el Indio lo toca;
y como trompo en la boca
da gueltas sobre de un cuero”.
como para un entrevero;
como rayo es de ligero
en cuanto el Indio lo toca;
y como trompo en la boca
da gueltas sobre de un cuero”.
En parecidas reflexiones, José Hernández, aconseja a los Gauchos a aprender del Indio estas condiciones.
Del primitivo poblador de estas tierras, además, el Gaucho recibió la herencia de saber soportar la soledad y las inclemencias del tiempo, proveerse el alimento, aguantar adversidad y luchar hasta el ultimo aliento.
También debemos afirmar que el gaucho heredó del indio su carácter libre (y no de “vago y mal entretenido”), como en forma despectiva se lo quiso menospreciar al gaucho principalmente a partir de Sarmiento que esa concepción tenía de los gauchos.
Quedó una tremenda historia de pajonales, poblados y rancheríos incendiados; de fortines, cautivas blancas (mujeres blancas raptadas por los indios) e indios muertos.
También debemos afirmar que el gaucho heredó del indio su carácter libre (y no de “vago y mal entretenido”), como en forma despectiva se lo quiso menospreciar al gaucho principalmente a partir de Sarmiento que esa concepción tenía de los gauchos.
Quedó una tremenda historia de pajonales, poblados y rancheríos incendiados; de fortines, cautivas blancas (mujeres blancas raptadas por los indios) e indios muertos.
Quedó también una presencia: los Gauchos-soldados. Y la organización de las Estancias, verdaderas aldeas de pobladores rurales blancos, que es el lugar en donde el Gaucho se incorporará definitivamente a la “civilización” del país.
El gaucho es el primer habitante de estas poblaciones perdidas en el Desierto. Allí tomó fundamento su personalidad hospitalaria y su capacidad de arraigo. Pasó rápidamente de la intemperie desolada al rancho de adobe donde formo su familia, generalmente numerosa y a cuyos hijos crió a su imagen y semejanza (Esto aparece en la obra del Martín Fierro)
Después fue el hombre de Estancia, de las primitivas que levantaron los pioneros y de las contemporáneas fundadas el siglo pasado y que hoy son exponentes de la evolución del hombre de campo argentino.
Jorge Luis Borges decía de esos hombres: “Ciertamente no fueron aventureros, pero un arreo los llevaba muy lejos y más lejos de las guerras. (...) Vivieron su destino como en un sueño, sin saber quienes o que eran”.
El gaucho es el primer habitante de estas poblaciones perdidas en el Desierto. Allí tomó fundamento su personalidad hospitalaria y su capacidad de arraigo. Pasó rápidamente de la intemperie desolada al rancho de adobe donde formo su familia, generalmente numerosa y a cuyos hijos crió a su imagen y semejanza (Esto aparece en la obra del Martín Fierro)
Después fue el hombre de Estancia, de las primitivas que levantaron los pioneros y de las contemporáneas fundadas el siglo pasado y que hoy son exponentes de la evolución del hombre de campo argentino.
Jorge Luis Borges decía de esos hombres: “Ciertamente no fueron aventureros, pero un arreo los llevaba muy lejos y más lejos de las guerras. (...) Vivieron su destino como en un sueño, sin saber quienes o que eran”.
La Estancia les dio identidad social y cultural; allí, a la par del Estanciero, se consolidaron como hombres de trabajo y de tradiciones, distinguiéndose en las tareas camperas donde se apoyó la prosperidad de nuestro país, que, en la segunda década del siglo XX, fue llamado “el granero y la estancia del mundo”, contándoselo entre las seis naciones mas adelantadas del mundo, tanto en el campo de la economía como en el de la cultura.
El gaucho: descendiente de españoles (era un mestizo, nacido de un hombre blanco y de una india), se constituye en el principio nativo del arquetipo argentino.
El Gaucho de ayer y el Gaucho de hoy sintetizan una única vertiente que el autor Ricardo Guiraldes define como “nuestra raza, hecha de sangre derramada y tierra invicta”.
Por otro lado, el autor Leopoldo Lugones eleva al Gaucho a la condición de “modelo” y lo define así: “La guerra de la Independencia que nos emancipó; la guerra civil que nos constituyó; la guerra con los indios que suprimió la barbarie en la totalidad del territorio; la fuente de nuestra literatura; las prendas fundamentales de nuestro carácter; las instituciones más peculiares, con el caudillaje como fundamento de la federación y la Estancia que ha civilizado el Desierto; en todo esto se destacó el Gaucho como tipo (...)”. Remata este párrafo: “Durante el momento mas solemne de nuestra Historia, la Libertad fue una obra gaucha”.
El gaucho: descendiente de españoles (era un mestizo, nacido de un hombre blanco y de una india), se constituye en el principio nativo del arquetipo argentino.
El Gaucho de ayer y el Gaucho de hoy sintetizan una única vertiente que el autor Ricardo Guiraldes define como “nuestra raza, hecha de sangre derramada y tierra invicta”.
Por otro lado, el autor Leopoldo Lugones eleva al Gaucho a la condición de “modelo” y lo define así: “La guerra de la Independencia que nos emancipó; la guerra civil que nos constituyó; la guerra con los indios que suprimió la barbarie en la totalidad del territorio; la fuente de nuestra literatura; las prendas fundamentales de nuestro carácter; las instituciones más peculiares, con el caudillaje como fundamento de la federación y la Estancia que ha civilizado el Desierto; en todo esto se destacó el Gaucho como tipo (...)”. Remata este párrafo: “Durante el momento mas solemne de nuestra Historia, la Libertad fue una obra gaucha”.
El Gaucho tiene sólidos principios. Confía en la palabra dada y es fiel a la amistad. Es austero. Cultiva sin alardes el patriotismo. Es ajeno al sectarismo político (no tiene una bandera política) Participa de las creaciones de la estética en sus artesanías, en las que aplica la técnica de platería y también en sus tejidos, en sus trenzados en cuero y trabajos en “aspa” y hueso. Maneja el idioma con propiedad y estilo en su lenguaje habitual, en sus relatos y en sus cuentos de fogón (Payadas. Esto se ve en la obra del Martín Fierro) Es poeta y músico; autor e interprete. Respeta a la mujer; es sobrio y firme en el amor. Pero, por sobre todo, tiene y práctica un código de honor y una conducta de vida a la que no concibe sin Libertad. Y siente el orgullo de ser quién es.
Ficha N° 3 : Las dos caras de la frontera
El malón
Autora: Diana Hamra
La frontera criollo-indígena suele representarse como un espacio de separación y fricción, en el cual estas sociedades sólo tomaban contacto en el momento de los enfrentamientos militares. El indio es presentado frecuentemente como el bárbaro, el salvaje al que hay que 'domesticar', y de no ser posible, hay que 'exterminarlo'. Las campañas al desierto aparecen como las acciones del blanco con el fin de 'civilizar', 'cristianizar' y concluir con las depredaciones que los indios ocasionaban.
Pero la vida en la frontera, tanto para criollos como para aborígenes carecía de la linealidad con la que suele ser presentada. ¿Cómo era la vida cotidiana de las tribus que se dedicaban a maloquear? ¿Los malones eran producto de la maldad de los aborígenes? ¿Cómo era la vida de aquellos que habitaban los fortines? ¿Avanzaban los blancos con el objetivo de civilizar? ¿Existían mecanismos de articulación social generados a partir de la relación entre indios y cristianos en el área histórico-regional pampeana?
Vamos a conocer más a fondo a que se hace referencia dentro de la obra del Martín Fierro cuando se utiliza el término “El malón”.
Para abordar esto , incorporaremos fragmentos de texto de obras clásicas de la literatura argentina que nos permitirán acceder a la visión que testigos de la época.
El malón:
Pero la vida en la frontera, tanto para criollos como para aborígenes carecía de la linealidad con la que suele ser presentada. ¿Cómo era la vida cotidiana de las tribus que se dedicaban a maloquear? ¿Los malones eran producto de la maldad de los aborígenes? ¿Cómo era la vida de aquellos que habitaban los fortines? ¿Avanzaban los blancos con el objetivo de civilizar? ¿Existían mecanismos de articulación social generados a partir de la relación entre indios y cristianos en el área histórico-regional pampeana?
Vamos a conocer más a fondo a que se hace referencia dentro de la obra del Martín Fierro cuando se utiliza el término “El malón”.
Para abordar esto , incorporaremos fragmentos de texto de obras clásicas de la literatura argentina que nos permitirán acceder a la visión que testigos de la época.
El malón:
Mapa de Las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1820
La zona que dice “Indios” era la zona ocupada por los indígenas y la zona sombreada era la ocupada por los "blancos". Si se fijan hay una linea de frontera norte y una línea de frontera sur que marca el límite del territorico “civilizado” (el hombre blanco) y lo diferencia de la “barbarie” (el indio) como diría Sarmiento.
La zona que dice “Indios” era la zona ocupada por los indígenas y la zona sombreada era la ocupada por los "blancos". Si se fijan hay una linea de frontera norte y una línea de frontera sur que marca el límite del territorico “civilizado” (el hombre blanco) y lo diferencia de la “barbarie” (el indio) como diría Sarmiento.
Si bien existieron indios en diversas partes del país, el malón fue una actividad que se llevó a cabo en un espacio y tiempo determinados.
El espacio geográfico:
Puede ser delimitado trazando una circunferencia que tenga como centro el cabo San Antonio en la provincia de Buenos Aires y como radio unos 500 km., es decir, la llamada pampa húmeda, cuyos factores ecológicos (tierras fértiles, abundante riego, pasturas blandas) permitieron el crecimiento de la hacienda cimarrona (Se llamaba cimarrón al ganado salvaje que vagaba libremente por la pampa)
El ganado cimarrón no era originario de América sino que había sido traído por los europeos. Primero por la expedición de Pedro de Mendoza, la que al fracasar la fundación de Buenos Aires en 1541, deja libre al ganado que retorna a un estado semisalvaje, y luego, serán introducidos por Juan de Garay, quien vuelve a fundar -esta vez exitosamente- Buenos Aires en 1580.
Los pampas, araucanos y otras parcialidades aborígenes pudieron dedicarse a maloquear (hacer correrrías para cazar el ganado) luego de dominar la técnica de la equitación. No se conoce con exactitud el momento en que el indio entró en contacto con el caballo, lo cierto es que llegó a dominarlo como pocos.
Los ejércitos de línea estuvieron alejados de la frontera sur debido a los conflictos que debieron enfrentar desde 1810 (guerras civiles, conflictos con Brasil, sitio de Montevideo, guerra del Paraguay, entre otros).
El tiempo:
El malón coexistió con el saladero, industria primitiva dedicada a la elaboración del tasajo, que tuvo su auge durante el siglo XIX. Esta actividad obtuvo un notable crecimiento y fue dando origen al poderoso grupo de los saladeristas rioplatenses, quienes ejercieron enorme influencia en la dirección política del naciente país durante más de medio siglo.
La exportación de carne salada a centros de consumo como Brasil y Cuba potenciaron esta actividad. Para desarrollarla era necesario, además del ganado, contar con la sal que se traía desde Salinas Grandes (reducto de Calfucurá) o desde la costa patagónica en barcos fletados especialmente. Así mientras, antes el hombre blanco privilegiaba la extracción de cuero y sebo, ahora ponía el acento en el valor comercial de la carne, la cual era mucho más rentable. En consecuencia, exigía al gobierno nacional la defensa de su hacienda mientras el indio continuaba con sus malones.
El desarrollo del malón:
El malón es definido por los diccionarios como la 'irrupción o ataque inesperado de indios' . Pero en ese ataque no tenía lugar la improvisación, todo estaba rigurosamente preparado. Para la organización del mismo, las tribus ponían en marcha los siguientes pasos:
El parlamento: entre indígenas (pampas, araucanos, etc.) se realizaba una especie de asamblea la cual se utilizaba en situaciones especiales como por ejemplo cuando se necesitaba discutir y tomar decisiones en torno a problemas técnicos, políticos o estratégicos concernientes a la comunidad aborigen entera.Durante el “parlamento”, los miembros de la comunidad se sentaban formando una rueda y cada jefe pasaba al centro para presentar sus argumentos en torno de la cuestión tratada. Así lo cuenta Martín Fierro cuando junto a Cruz llegan a una toldería (campamento indígena):
El parlamento tenía ciertas normas: todos debían oir con atención las explicaciones que se daban, los interlocutores no podían interrumpirse; los oradores debían expresarse en un tono sereno. Se ponía el acento en las razones y los argumentos que se exponían. El discurso constituía para estas parcialidades, la posibilidad de persuadir, convencer, planear, aclarar malos entendidos, lograr adeptos a un proyecto o descartarlo.
Veamos cuáles eran las razones que exponía uno de los jefes y por las cuales podía decidirse a hacer un malón:
“¿No son los cristianos quienes no conformes con habernos desalojado de las mejores tierras, ¡nuestras tierras!, nos empujan hacia zonas que no podemos habitar porque no hay en ellas agua, ni alimento, lo necesario para vivir? ¿De quién es el aire? ¿De quién las lagunas y los ríos, la sal, la leña, los guanacos, avestruces, los caballos y las vacas del campo? ¿De algunos de ellos? ¿De la tribu? ¿De alguna de las otras tribus? ¿O son de todos para que la gente respire, beba y coma? ¡Para vivir! ¿Cómo subsistirían los demás si alguno de nosotros decidiera que todas esas cosas le son propias? ¿No compartimos, acaso, la preciada sal de las Salinas Grandes con los blancos, que se la llevan en caravanas de carretas? Pero ellos, ¿cómo nos pagan? ¿No son los huincas [3] los que sacan al ganado sólo el cuero para vender en la ciudad, dejando que la carne, nuestro alimento, se pudra en el campo? ¿No son los huincas los que dicen que el ganado que pastaba libre en el campo es suyo por haberlo marcado y herrado? ¿No son sus jefes los que en muchas ocasiones nos prohíben acercarnos a los poblados y comerciar con el blanco?” [4]
Los servicios de inteligencia y los preparativos : Una vez que el malón estaba decidido, comenzaba a funcionar una especie de “servicio de inteligencia” que estaba compuesto por indios que camuflados en los pajonales cercanos al sitio que iba a ser atacado por el malón, pasaban días y días observando detenidamente todos los movimientos que allí se realizaban, analizando las vías de acceso al lugar (estado de los caminos, aguadas, pantanos) y tratando de memorizar la cantidad de ganado, cuál era el total de hombres y cuántos estaban dedicados a la vigilancia del fortín.
Indios mansos que vivían en las estancias y poblados cercanos al fortín, del que conocían su funcionamiento a la perfección, actuaban muchas veces como informantes completando los datos que posibilitarían llevar a cabo el malón con éxito para los indígenas.
Los pulperos (dueños de las pulperías que eran una especie de cantinas donde se juntaban los gauchos a beber) actuaban habitualmente como espías, pero eran unos espías 'muy especiales' ya que brindaban información tanto a la indiada como a los ejércitos a cambio de su tranquilidad y de alguna compensación (es decir, estaban bien con Dios y con el diablo).
También contaban con la ayuda de 'cristianos' (hombres blancos) que habían llegado a las tolderías (habitad de los indíos) buscando paz y libertad. Sí, así era, no era fácil la vida en el mundo de los blancos. Muchos huían porque la policía los perseguía por robar ganado, herir o matar a alguien en una pelea; otros eran perseguidos políticos por haber participado en el bando perdedor en alguna guerra civil y la mayoría huía (generalmente gauchos) porque a pesar de trabajar la tierra con rudeza muchas veces eran considerados 'vagos' y 'malentretenidos' y había leyes que decían que todo hombre así considerado, debía cumplir servicio militar en los fortines de la frontera. Así, lo
El espacio geográfico:
Puede ser delimitado trazando una circunferencia que tenga como centro el cabo San Antonio en la provincia de Buenos Aires y como radio unos 500 km., es decir, la llamada pampa húmeda, cuyos factores ecológicos (tierras fértiles, abundante riego, pasturas blandas) permitieron el crecimiento de la hacienda cimarrona (Se llamaba cimarrón al ganado salvaje que vagaba libremente por la pampa)
El ganado cimarrón no era originario de América sino que había sido traído por los europeos. Primero por la expedición de Pedro de Mendoza, la que al fracasar la fundación de Buenos Aires en 1541, deja libre al ganado que retorna a un estado semisalvaje, y luego, serán introducidos por Juan de Garay, quien vuelve a fundar -esta vez exitosamente- Buenos Aires en 1580.
Los pampas, araucanos y otras parcialidades aborígenes pudieron dedicarse a maloquear (hacer correrrías para cazar el ganado) luego de dominar la técnica de la equitación. No se conoce con exactitud el momento en que el indio entró en contacto con el caballo, lo cierto es que llegó a dominarlo como pocos.
Los ejércitos de línea estuvieron alejados de la frontera sur debido a los conflictos que debieron enfrentar desde 1810 (guerras civiles, conflictos con Brasil, sitio de Montevideo, guerra del Paraguay, entre otros).
El tiempo:
El malón coexistió con el saladero, industria primitiva dedicada a la elaboración del tasajo, que tuvo su auge durante el siglo XIX. Esta actividad obtuvo un notable crecimiento y fue dando origen al poderoso grupo de los saladeristas rioplatenses, quienes ejercieron enorme influencia en la dirección política del naciente país durante más de medio siglo.
La exportación de carne salada a centros de consumo como Brasil y Cuba potenciaron esta actividad. Para desarrollarla era necesario, además del ganado, contar con la sal que se traía desde Salinas Grandes (reducto de Calfucurá) o desde la costa patagónica en barcos fletados especialmente. Así mientras, antes el hombre blanco privilegiaba la extracción de cuero y sebo, ahora ponía el acento en el valor comercial de la carne, la cual era mucho más rentable. En consecuencia, exigía al gobierno nacional la defensa de su hacienda mientras el indio continuaba con sus malones.
El desarrollo del malón:
El malón es definido por los diccionarios como la 'irrupción o ataque inesperado de indios' . Pero en ese ataque no tenía lugar la improvisación, todo estaba rigurosamente preparado. Para la organización del mismo, las tribus ponían en marcha los siguientes pasos:
El parlamento: entre indígenas (pampas, araucanos, etc.) se realizaba una especie de asamblea la cual se utilizaba en situaciones especiales como por ejemplo cuando se necesitaba discutir y tomar decisiones en torno a problemas técnicos, políticos o estratégicos concernientes a la comunidad aborigen entera.Durante el “parlamento”, los miembros de la comunidad se sentaban formando una rueda y cada jefe pasaba al centro para presentar sus argumentos en torno de la cuestión tratada. Así lo cuenta Martín Fierro cuando junto a Cruz llegan a una toldería (campamento indígena):
"La desgracia nos seguía
llegamos en mal momento:
estaban en parlamento
tratando de una invasión,
y el indio, en tal ocasión
recela hasta de su aliento [...]
Dentra al centro un indio viejo
y allí a lengüetiar [1] se larga,
¡quién sabe que les encarga!
Pero toda la riunión
lo escuchó con atención
lo menos tres horas largas." [2]
estaban en parlamento
tratando de una invasión,
y el indio, en tal ocasión
recela hasta de su aliento [...]
Dentra al centro un indio viejo
y allí a lengüetiar [1] se larga,
¡quién sabe que les encarga!
Pero toda la riunión
lo escuchó con atención
lo menos tres horas largas." [2]
1 – Hablar
2 – "Martín Fierro" de José Hernández
2 – "Martín Fierro" de José Hernández
El parlamento tenía ciertas normas: todos debían oir con atención las explicaciones que se daban, los interlocutores no podían interrumpirse; los oradores debían expresarse en un tono sereno. Se ponía el acento en las razones y los argumentos que se exponían. El discurso constituía para estas parcialidades, la posibilidad de persuadir, convencer, planear, aclarar malos entendidos, lograr adeptos a un proyecto o descartarlo.
Veamos cuáles eran las razones que exponía uno de los jefes y por las cuales podía decidirse a hacer un malón:
“¿No son los cristianos quienes no conformes con habernos desalojado de las mejores tierras, ¡nuestras tierras!, nos empujan hacia zonas que no podemos habitar porque no hay en ellas agua, ni alimento, lo necesario para vivir? ¿De quién es el aire? ¿De quién las lagunas y los ríos, la sal, la leña, los guanacos, avestruces, los caballos y las vacas del campo? ¿De algunos de ellos? ¿De la tribu? ¿De alguna de las otras tribus? ¿O son de todos para que la gente respire, beba y coma? ¡Para vivir! ¿Cómo subsistirían los demás si alguno de nosotros decidiera que todas esas cosas le son propias? ¿No compartimos, acaso, la preciada sal de las Salinas Grandes con los blancos, que se la llevan en caravanas de carretas? Pero ellos, ¿cómo nos pagan? ¿No son los huincas [3] los que sacan al ganado sólo el cuero para vender en la ciudad, dejando que la carne, nuestro alimento, se pudra en el campo? ¿No son los huincas los que dicen que el ganado que pastaba libre en el campo es suyo por haberlo marcado y herrado? ¿No son sus jefes los que en muchas ocasiones nos prohíben acercarnos a los poblados y comerciar con el blanco?” [4]
3 – Era la forma en que los indios se referían al hombre blanco
4 – Fragmento adaptado de Schoo Lastra, Dionisio "Los indios del desierto"
4 – Fragmento adaptado de Schoo Lastra, Dionisio "Los indios del desierto"
Los servicios de inteligencia y los preparativos : Una vez que el malón estaba decidido, comenzaba a funcionar una especie de “servicio de inteligencia” que estaba compuesto por indios que camuflados en los pajonales cercanos al sitio que iba a ser atacado por el malón, pasaban días y días observando detenidamente todos los movimientos que allí se realizaban, analizando las vías de acceso al lugar (estado de los caminos, aguadas, pantanos) y tratando de memorizar la cantidad de ganado, cuál era el total de hombres y cuántos estaban dedicados a la vigilancia del fortín.
Indios mansos que vivían en las estancias y poblados cercanos al fortín, del que conocían su funcionamiento a la perfección, actuaban muchas veces como informantes completando los datos que posibilitarían llevar a cabo el malón con éxito para los indígenas.
Los pulperos (dueños de las pulperías que eran una especie de cantinas donde se juntaban los gauchos a beber) actuaban habitualmente como espías, pero eran unos espías 'muy especiales' ya que brindaban información tanto a la indiada como a los ejércitos a cambio de su tranquilidad y de alguna compensación (es decir, estaban bien con Dios y con el diablo).
También contaban con la ayuda de 'cristianos' (hombres blancos) que habían llegado a las tolderías (habitad de los indíos) buscando paz y libertad. Sí, así era, no era fácil la vida en el mundo de los blancos. Muchos huían porque la policía los perseguía por robar ganado, herir o matar a alguien en una pelea; otros eran perseguidos políticos por haber participado en el bando perdedor en alguna guerra civil y la mayoría huía (generalmente gauchos) porque a pesar de trabajar la tierra con rudeza muchas veces eran considerados 'vagos' y 'malentretenidos' y había leyes que decían que todo hombre así considerado, debía cumplir servicio militar en los fortines de la frontera. Así, lo
Ficha N° 4:
Ley de vagos del año 1860
Nota al alumno: Para leer y/o imprimir este documento primero deberás hacer click sobre cada una de las hojas (son tres en total) y bajarlo a tu pc´s (con "guardar imagen como...") para poder visualizarlo luego mucho más grande.
Hoja n° 1:

Hoja n° 2:

Hoja n° 3:

No hay comentarios:
Publicar un comentario